Hoy os vengo a hablar de uno de mis anhelos: el tener una higuera. Tengo especial cariño a este árbol porque le asocio buenos recuerdos de mi infancia. Cuando iba a mi pueblo en verano, situado en la comarca de la Vera, solíamos coger higos frescos...¡qué buenos estaban! Además, la higuera desprende un aroma que me encanta; no sé como no han pensado aún en hacer ambientadores con olor a higos.
La higuera (Ficus carica) es un árbol robusto que puede alcanzar hasta los 10m de altura. Su corteza es lisa y de color grisáceo; sus hojas son lobuladas, con 3 o 5 lóbulos cada una; y su fruto, el higo, tiene forma de pera y es de color verde, pasando a amarillear o a coger un tono negro violáceo, a medida que madura.
Distinguimos dos tipos de higueras, por un lado las brevales, también llamadas reflorecientes porque dan frutos dos veces al año, en junio-julio (las brevas) y en agosto-septiembre-octubre (los higos); y por otro lado están las higueras comunes que dan frutos solo una vez al año, en agosto-septiembre.
En cuanto a las condiciones climáticas, la higuera prefiere climas templados, sin embargo, soporta tanto temperaturas altas, como bajas, hasta los -7ºC. También resiste fuertes lluvias, pero éstas pueden afectar a la calidad del higo.
La higuera tiene su origen en el Sur de Asia, pero se extendió rápidamente por distintas partes del mundo al ser una de las primeras especies en ser cultivadas por el hombre. Actualmente, surge de forma espontánea por todo el Sur de Europa. Como curiosidad, decir que Rómulo y Remo fueron amantados por la Loba bajo una higuera, y la hoja con la que Adán y Eva se taparon tras ser descubierto su pecado es la hoja de la higuera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario